¿Hay algún pueblo de Aragón que no tenga su apodo, sus dichos, sus bromas servidas por los lugares vecinos? Hay aquí suficiente material para estudiar nuestro humor: la sorna y la «somorda» limpia y sana, sin segundas intenciones, pero también la capacidad de nuestras gentes de interpretar todo a través del prisma del humor: la pobreza, la pequeñez, la gastronomía, la tacañería, la petulancia, el paisaje, el trabajo, la presunción, todo, absolutamente todo.
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